martes, 30 de diciembre de 2008

LOS VERDADEROS DISCÍPULOS DE JESÚS

LOS VERDADEROS DISCÍPULOS DE JESÚS

Yahvé, después del grave pecado de desobediencia, de irreverencia y de orgullo de Eva y Adán, fue compasivo y se apiadó de ellos y de su descendencia, prometiéndole un Redentor, nuevo Adán, que sería el Mesías que anularía la culpa original, pagando el rescate que consistía nada menos que en entregar su vida, poniéndose en manos de Satán y de sus secuaces.
Ese pecado, fruto ofrecido por Satanás, y prohibido por Dios, trajo como consecuencia la introducción del mal y del sufrimiento en el mundo, lo que produzco una degradación de la naturaleza que a sus inicios había sido creada perfecta, y se cumplió lo que dijo Yahvé: “no comáis de ese fruto, porque sino moriréis”.
Aparecieron igualmente las enfermedades, los crímenes, el odio, las guerras, pecados desconocidos en el Jardín del Edén, y que fueron consecuencia del conocimiento del Bien y del Mal, y que son otras monstruosidades creadas por Satán y sus secuaces.
Ese veneno inoculado por la ingestión de la fruta prohibida, y que conduce a la muerte del cuerpo y a la del alma, tiene un antídoto que si bien no evita la muerte del cuerpo, por lo menos evita la segunda muerte que es la muerte eterna del Alma.
Ahora bien, para que ese antídoto, que no es otro que Jesús, el fruto del Árbol de la Cruz, sea eficaz, hay que tomarlo, y eso quiere decir asimilarlo, y entonces como solo actúa en el alma, la persona que lo asimila de verdad, vuelve a renacer como lo dijo Jesús a Nicodemo, y se transforma otra vez de hombre degradado en el pecado en un ser nuevo, casi idéntico a Adán y Eva antes de la caída, es decir recobra otra vez la inocencia y el Paraíso perdidos. Y digo casi idéntico porqué Adán y Eva no tenían que morir.
Y eso de que el hombre recobra la Inocencia y el Paraíso perdidos, lo explica muy bien S. Juan de la Cruz, cuando describe los grados de amor del Alma que son los peldaños de la escala mística que nos conducen a Dios, y por los que se sube después de terribles pruebas de purificación, efectos segundarios que son necesarios para restablecer la salud del alma.
En los últimos grados de esa escala, dice el Santo Doctor que aún en presencia del más horrendo de los crímenes, el alma no es capaz de ver ahí pecado, porque ha recobrado la Inocencia, y además arde suavemente de amor que es dulzura constante porque en ese estado de desposorio espiritual tiene ya presencia íntima con Dios, es decir ha recobrado el Paraíso perdido, purificado por las espadas llameantes de los Querubines que guardan su entrada.
No somos pues todos Hijos de Dios por el Espíritu hasta que no hayamos asimilado en esas condiciones ese antídoto, y ese es el error de los famosos “quietistas”, que se creen que por la muerte de Jesús todos somos hijos suyos y estamos a salvo porqué un Padre no puede condenar a sus hijos al Suplicio Eterno, como me dijo cierto Arzobispo.
Y ese es el mayor triunfo de Satán que quiere hacer creer que ese divino antídoto no es necesario, y no es necesaria tampoco ninguna transformación de nuestra parte, ya que como lo dicen muchos teólogos y sacerdotes en nuestro día: “Hay que estar a gusto, Dios te quiere como eres, con tus pecados”, en vez de decir: “ A pesar de nuestros pecados, que todos tenemos, Dios nos quiere, si ve en nosotros el Santo temor que es el arrepentimiento cuando hemos caído, y el firme deseo de no volver a caer, lo que exige de nosotros una lucha continua contra el Espíritu del mal, es decir contra Satán”.
Y por eso se entiende porque la Iglesia de hoy algunos han pasado de llamarla de Iglesia Militante a Iglesia Peregrina. Para el gran regocijo de Satanás, creyendo que la vida es una alegre peregrinación, exenta de esfuerzos y de sacrificios, lo que es una actitud de “bienestar turístico” y no una vida de lucha, de renuncias y de sacrificios, que es la que es necesaria para la transformación que nos pide Jesús.












1 comentario:

Marga dijo...

error de los famosos “quietistas”, que se creen que por la muerte de Jesús todos somos hijos suyos y estamos a salvo porqué un Padre no puede condenar a sus hijos al Suplicio Eterno
Andrés, desgraciadamente hay muchos quietistas y nosotros que lo sabemos debemos rezar por todos ellos, sobre todo por los más cercanos a nosotros.
Son buena gente, no llegan a más.
Don José Antonio a mi me dijo y me dió el consejo que no discutiera con ellos. ¿No te lo ha dicho a tí alguna vez?
¿cómo te encuentra tu de todo ésto?
¿avanzas o estás estancado?
Hemos de perdonar mucho sobre todo la incomprensión.
Los circuncisos ya vemos la verdad de otra manera y por eso hemos de perdonar.

Quién me iba a decir a mi que esta parabreja circuncisión a mis 52 años la iba a entender y entender de otra manera.
No sé si el cura que tanto me mareo con la palabra circuncisión a los 12-13 años la entendía de la misma manera de que me la preguntaba.
Lo que sí sé que no le bastó que le dijera, pues circuncisión es lo que le hicieron a Jesús al tener la edad.
Siguió haciéndome preguntas de sexualidad y también que me mordía las uñas y que me teñía el pelo.
Que de mayores todas seríamos unas putas.
Ya ves, quién me diría a mi que un día 40 años más tarde iba a entender la palabreja esa.
Un saludo Andrés.